martes, 10 de febrero de 2009

El derecho a dejar de morir.

Después de 17 años en coma Eluana Englaro, por fin descansa. Fueron 11 años en que su padre Giuseppe Englaro libró una larga, larguísima batalla legal, para darle una muerte tranquila a su hija.

Las reacciones diversas, desde que el pasado viernes 6 de febrero fuera “desconectada” de las máquinas que la tenían con vida. La Iglesia Católica, desde el Vaticano junto con el primer ministro Silvio Berlusconi, iniciaron una fuerte ofensiva política y mediática, para mantener a Eluana respirando y alimentándose artificialmente.

La Sede Católica había interferido duramente en este tema. Inició en noviembre pasado, cuando la corte Suprema de Italia refrendó la sentencia del Tribunal de Apelación de Milán que reconocía el derecho de Eluana a ser desconectada. Desde entonces tuvo un doble discurso: “¡No nos metemos con las decisiones de los Estados!”, mientras por otro lado, emprendió una campaña en contra de esta decisión.

¿Asesinato? O ¿Muerte digna?

¿Cómo se encontraba esta mujer de 33 años al momento de ser desconectada? ¿Tenía una vida? Acaso, ¿podía ella decidir cómo ser? ¿Podía ella tomar decisiones?

Según el diario Corriere della Sera, antes de morir Eluana pesaba 40 kilogramos y tenía los brazos y las piernas encogidos, podía yacer sólo de lado porque con el vientre hacia arriba podía ahogarse por los líquidos que le fluían de un estómago atrofiado. Permanecía apoyada sobre el lado derecho del cuerpo, lo que le causaba llagas y laceraciones en la piel, que tenía hasta en la cara.

Esta es una forma totalmente inhumana de “vivir”. Su destino era vivir acostada. Sin metas, sin futuro. ¿Le gustaría a usted vivir así? En una cama de hospital, 24 horas al día, sin movimiento alguno. Encarcelada en su cama, en la casa de reposo La Quiet, en Udine, Italia. Con una cama, cual cárcel y las máquinas de alimentación, sus grilletes.

La libertad de un ser humano está en lo que puede hacer. En lo que su capacidad le permite hacer. Decidir, sentir, querer hacer y poder hacer. La libertad no es solo vivir, en el sentido de respirar y alimentarse; vivir significa ser alguien.

El Vaticano por su parte aduce que aún puede tener hijos. Tener hijos… ¡Qué irónico! Con su salud totalmente deteriorada, en su estado vegetal; ¡la Iglesia Católica le pide hijos! hijo que iba a nacer sin su madre. Con una vida debatiéndose en la política populista de Berlusconi. Con el catolicismo a cuestas, con una madre que no hubiera podido decir ni el nombre de su hijo. Es más, no podía decidir si quería ese hijo.

El papa Benedicto XVI se refirió indirectamente al tema, mientras hablaba con el nuevo embajador brasileño en el vaticano, “la santidad de la vida debe preservarse desde la concepción hasta su fin natural”. En otras palabras, es injusto mantener una vida artificial, cuando naturalmente está muerta.

La lucha por la libertad, por querer ser, por decidir vivir es personal. Ni la política, ni la religión deben entrometerse. Aplaudo la valentía de Giuseppe Englaro, por darle descanso a su hija. Englaro mismo lo define perfectamente "la condena a vivir bajo cualquier condición es mucho peor que una condena a muerte".

A pesar de las apocalípticas declaraciones desde el Vaticano; a pesar del circo político, con decreto de emergencia incluido; a pesar de las manifestaciones del pueblo italiano, eminentemente católico, Giuseppe se mantuvo en pie. ¿Quién más que él para saber lo que era mejor para su hija?

El mismo presidente de la Cámara de Diputados, Gianfranco Fini dijo: “¿dónde está el límite entre un ser vivo y un vegetal? Creo que sólo los padres de Eluana tienen derecho a dar la respuesta. Y advierto del deber de respetarla".

Mientras, la ley contra la muerte de Eluana sigue en el parlamento italiano. Ayer, la convocatoria para la discusión y aprobación de esta ley significó dejar de lado los muchos problemas que pueda tener el pueblo italiano. Se cayó en agresiones entre los miembros de la asamblea, los de la derecha conservadora, partidarios de Berlusconi hicieron eco de insultos y palabras duras, lanzadas anteriormente por la misma iglesia.

Eluana hoy descansa en paz. Hace tres días la desconectaron de sus opresores. Su mente ahora descansará, sin el eterno dolor de estar en una cama, con llagas y viviendo a costas de una máquina.

Es el final de una larga agonía. De un padecimiento largo y doloroso. Hoy no solo ella descansa, sus familiares y amigos también. No solo tuvieron que luchar en el ámbito personal, contra su cuerpo, su mente y su accidente; su lucha fue por su libertad a dejar de no vivir.

2 comentarios:

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